lunes, 16 de enero de 2017

Dormida


La suavidad de esos pechos
que nacieron en verano
permutaron en un sueño
curvilíneo entre mis manos.

Que vacías son sus alas
macilentas como arena
corazón de unas palabras
que hoy no laten en sus venas.

A un costado del afluente
se llevó un ciclón sus besos
donde un céfiro con dientes
entibió su amor, su sexo

La luna descendió a su piel
con su espíritu cegador
la noche en que yo la encontré
dormida y con un vibrador.




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